Pinochet encarcelado... ¿vientos de cambio?.

La tahona


"Le deseo sinceramente un juicio justo, apegado a derecho y en la medida de lo posible, un calabozo limpio, comodo y digno... Ojala que nadie le golpee, General, que nadie lo humille... Que no le confisquen su casa ni su auto ni le destruyan su biblioteca... Que no le venden los ojos ni lo tiren el suelo para darle patadas y culetazos... Que no le cuelguen de los pulgares, ni le administren descargas electricas en los testiculos, que no le arranquen la lengua, que no le hundan la cara en una pila de agua de vomito, ni lo axfisien metiendole la cabeza en una bolsa de plastico, que no le revienten los globos oculares, que no quiebren los huesos de las manos, que no le introduzcan ratas hambrientas por el ano, que no le violen, ni lo mutilen, ni lo hagan volar a pedazos con una carga explosiva; que no disuelvan su entierro a macanazos, que no secuestren a sus hermanos ni les arranquen los pezones a sus hijas. Es decir General, ojala que no le hagan nada de lo que sus subordinados hicieron, bajo sus ordenes directas y la responsabilidad de usted, a miles de chilenos y chilenas y a muchos otros ciudadanos de Argentina, de España, de Francia, de Alemania, de Suecia. No que le organicen un juicio justo y que le preparen una celda limpia y comoda en la que pueda pasar sus ultimos años sin padecer frio ni hambre. No es nada personal. Es que si eso se consigue, General Augusto Pinochet Ugarte, la humanidad habra dado un gran paso hacia el reencuentro consigo misma..."

Esta carta fue escrita por uno de los miles de torturados en las cárceles de Pinochet durante la represión de su dictadura tras el golpe de estado que dio contra Salvador Allende. Ahora prece que se puede hacer algo y nos adherimos a esta carta, no ya que encarcelen al “pobre ancianito” pero sí que le juzguen y le condenen para que el mundo pueda ser un poquito mejor y que este crimen con la ayuda, desgraciadamente no demostrada, del premio Nobel Kissinger, o cualquier otro, no se vuelvan a repetir.

Entre los torturados por los pinochetistas se encontraba Victor Jara, un poeta y cantautor, que lo único que hacía era decir las verdades de su patria y apoyar a todos los parias de America Latina y de la Tierra, por eso fue torturado en el estadio de Santiago, ahora llamado Estadio Victor Jara (como si esto fuera suficiente para lavar su memoria)
Junto con miles de personas hacinadas allí en los primeros días del golpe. Por decir lo que pensaba y denunciar las atrocidades del régimen, fue golpeado por sus raptores, le destrozaron esas manos que utilizaba para componer y tocar sus himnos y finalmente fue hallado muerto en las afueras de Santiago con ¡34 balazos en su torso!, nos preguntamos si era necesaria tanta saña, y si tanto miedo les producía las verdades que por su boca salían. Incluso torturado, hacinado en el campo de fútbol pudo componer su último poema:

“Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿cuantos seremos en total en las ciudades y en todo el pais?
Sólo aquí, diez mil manos que siembran y hacen andar las fabricas.
Cuanta humanidad…”

Dejamos estas últimas palabras del cantautor, como un homenaje a él, a todos los torturados y asesinados por Pinochet (incluido Salvador Allende, por supuesto), y a todo ese país en el que, con un poco de suerte, a partir de ahora las cosas van a cambiar.

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